Los procesos de creación y transformación de los imaginarios y las condiciones materiales de vida de los territorios que habitamos requieren un constante ejercicio de reflexión y cuestionamiento.
Pensar puede ser un ejercicio individual e íntimo, pero repensar suele ser un ejercicio colectivo y una forma de relación, en el que muchas voces y muchas cabezas dan lugar a mejores ideas que no son estrictamente de nadie porque aspiran a ser de todes.