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La educación no formal en la época de ‘Perros callejeros’
14.2.15


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Acabamos de toparnos con esta foto que no habíamos visto hasta ahora en un artículo sobre el 35 aniversario del Centre Educatiu Esclat, publicado hace un par de años en el blog de la Fundació La Roda y que os enlazamos aquí.

El Centre Esclat abrió sus puertas en Bellvitge (L’Hospitalet) 1978, tan sólo tres años antes del momento histórico que reconstruiremos en nuestra escena. Como bien explica el artículo, el centro, fundado por la hermana teresiana Montserrat Ortiz, se abrió con la intención de servir a la numerosa población infantil y juvenil del barrio que «cuando salían de la escuela lo más fácil era rondar por las calles».

La aparición de entidades dedicadas a la educación y el tiempo de ocio de los jóvenes coincide con el final del régimen franquista y del aumento demográfico que se produjo entre 1960 y 1975. Es evidente que estas instituciones responden a una emergencia social, pero por otro lado podemos entender también que actuaron subsidiariamente como dispositivos de gobernanza que, por un lado redujeron la autonomía de la población infantil y juvenil en los barrios y, por otro, contribuyeron al control de posibles estallidos de violencia social en una situación de crisis económica acompañada de un alto índice de paro juvenil. A esto hay que sumar, como se ha dicho en muchas ocasiones, la irrupción de la droga a mediados de los 80, que desactivó como sujeto político a una buena parte de toda una generación de jóvenes en las periferias urbanas del estado español.

Por descontado los principios, motivaciones y metodologías de este tipo de entidades no eran homogéneos, y así es que podemos encontrar distintos grados de interés y empeño en preservar esa autonomía de que gozaban a finales de los 60 y principios de los 70 los niños, niñas y jóvenes en barrios como Bellvitge.

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