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A vueltas con la innovación: la escuela que explota
21.2.08


Después del post anterior nos ha quedado un ligero prurito, una pequeña mala conciencia, pensando que tal vez nos pasamos de criticones y que, como a los protagonistas de la canción de Astrud «todo nos parece una mierda«. Pero no es así, en realidad el congreso y el portal Innova de los que hablábamos ayer nos parecen iniciativas positivas. Está bien que docentes que trabajan aisladamente en sus centros, luchando contra el inmobilismo, abran espacios físicos o cibernéticos en los que compartir sus experiencias, ampliar conocimientos y capacidades y en los que se generen alianzas que repercutan en una mayor cuota de autoridad y autonomía de los docentes «creativos» en sus respectivos centros. Ahora bien, también se entenderá que es necesario abrir espacios para la crítica y el debate.

Una de las preguntas que cabe plantearse es ¿qué entendemos por innovación? Aquí encontramos que buena parte de los proyectos para la educación en valores, para la democracia o la paz no transforman un ápice los dispositivos y las estructuras de un sistema educativo cuyo funcionamiento no es en absoluto democrático y perpetúa formas de violencia sistémica que han llegado a ser invisibles a fuerza de reproducirse.

Para rematar la jugada queremos traer a colación una experiencia que no sabemos si será innovadora o no, pero lo que si parece hacer es abordar la educación desde una perspectiva considerablemente distinta a la que encontramos en la mayoría de nuestras escuelas ya que parte de la transformación de las estructuras mismas que produce y sustenta la escuela y que la escuela misma se encarga de reproducir. Incide además en una característica principal de las instituciones educativas como es, parafraseando a Martí Peran, el «carácter monádico» de la escuela. Nos referimos a los programas educativos puestos en marcha por Collin Ward y Anthony Fyson durante los años en que Ward fue Education Officer de la Town & Planning Association del Reino Unido, allá por la década de los 70 (!); aquí podréis encontrar una breve pero ilustrativa explicación de la metodología y el funcionamiento de esta interesante experiencia que sus artífices recogieron en la publicación «Streetwork. The exploding school» cuya portada ilustra este post (por cierto, si buscáis el libro en Amazon veréis que vale un ojo de la cara… ¡mecachis!).

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