Hace cosa de un año y medio organizamos en La Virreina Centre de la Imatge, junto a la asociación Lacho Baji Cali del Gornal el tercero de los Rromano kidipen (lo que podríamos traducir del romanó como Encuentro cultural gitano), una serie de actos públicos en los que se invitaba a los participantes y colaboradores a aprender la práctica de la cestería (muy ligada a la cultura gitana) al tiempo que socializábamos y ampliábamos los relatos sobre la comunidad gitana del Gornal y de la ya desaparecida barriada de La Cadena, al sur de la Gran Via.
Compartimos aquí públicamente la memoria completa de aquella acción, que elaboramos para La Virreina Centre de la Imatge, para quien sea de interés:
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De dónde venimos
Hace cuatro años decidimos asentarnos y abrimos un espacio físico en el semisótano de uno de los edificios de Bellvitge. El edificio en concreto estaba gestionado por los servicios de Bienestar Social del ayuntamiento de L’Hospitalet y anteriormente había sido vivienda de la Guardia Civil.
Habitar un espacio físico nos ha obligado a repensar nuestras formas de hacer, poniéndolas en relación a un ecosistema situado en un territorio específico; un ecosistema al que nos sumamos estableciendo vínculos que desbordan la lógica productivista del “proyecto” propia de la institución. Permanecer en el territorio nos permite sostener tiempos y abre posibilidades que resultan inviables desde esa lógica.
El espacio físico de LaFundició nos ha ayudado a abrir y explorar otros imaginarios del campo del arte pensando las prácticas artísticas contemporáneas desde y en los barrios de la periferia de Barcelona.[1]
Los números 11 y 13 de la calle Prado están atravesados por una fuerte violencia sistémica, una violencia que está presente en casi toda la periferia urbama, una violencia que nos es próxima, y que en algunos lugares de la ciudad, en determinados momentos, toma cuerpo con una mayor crudeza.
Entre nuestros vecinos y vecinas de Prado hay comunidad gitana. Habitar Prado 11 nos ha hecho encontrarnos y desencontrarnos, reconocernos y extrañarnos, transitar códigos y maneras que constantemente están en crisis. Los niños yniñas fueron los primeros en traspasar el umbral del espacio e interpelarnos.
Una de los primeras prácticas que compartimos con ellxs fue el caminar: nos invitaban a recorrer la distancia entre nuestro bloque y su escuela, la Escuela Gornal, al otro lado de las vías del tren. Así comenzamos a atravesar juntas esa cicatriz urbana que separa los dos barrios del Distrito VI de L’Hospitalet, Bellvitge y el Gornal
Los niños y niñas de Prado 11 hacen resistencia al sistema de alfabetización y a la lectoescritura, hacen resistencia a las formas de saber que asocian con la cultura paya y reproducen estereotipos en los que momentáneamente ganan un espacio de poder. Juegan a dar miedo para ganar respeto, acentúan sus formas de hablar para construir una distinción con lo payo, revierten la estigmatización demonizando al otro como ellos y ellas son demonizadas por él.[3]
Ante este paisaje hemos intentado generar espacios con la comunidad en los que rastrear y entender cómo hemos construido esa realidad, cómo la hemos naturalizado y cómo la queremos performar y encarnar.[4]
Implicaciones y alianzas, estrategias y dispositivos
Lacho Baji Cali es la asociación gitana del Gornal, fue creada en los 90 por mujeres gitanas del barrio; Lacho baji cali quiere decir en caló “buena suerte gitana”. Este nombre es el único rastro de los asentamientos gitanos al sur de la Gran Via ya que Lacho Baji fue el nombre de la escuela que se autoconstruyó en el barrio de La Cadena, en los terrenos donde hoy se levanta el Distrito económico de L’Hospitalet. Empezamos a preguntarnos por esa escuela, por esos asentamientos y por las formas de vida que representaban.
El CICdB (Centro de Interpretación de la Ciudad desde la Barraca) ha sido el instrumento que hemos impulsado para poner en juego una mirada sobre la ciudad informal que no se limite a la restitución y reconocimiento de la existencia del “barraquismo” en la ciudad. Una mirada que entienda y ponga de relieve que en esa desaparición se da la voluntad de borrar las lógicas y las prácticas de las barriadas de barracas, unos modelos y prácticas que ponen en crisis los de la ciudad formal.
La restitución no pasa por un reconocimiento celebratorio y nostálgico de un pasado, sino por problematizar la amnesia y la desaparición, con una mirada que interpele al presente desde el conflicto.
El taller de historia
En 2016 se inicia el Taller de historia. El taller intenta construir un espacio y un tiempo en los barrios de Bellvitge y el Gornal para pensar sobre su historia, para poder cuestionar algunos de los relatos que sobre estos barrios se reproducen y circulan y que, en definitiva, responden a un objetivo pacificador.[5]
Ya en las propias formas de hacer historia hemos naturalizado prácticas extraccionistas: frente a la figura del experto, las clases populares nos creemos incapaces de construir nuestros propios relatos, de desafiar el lenguaje y las normas que usurpann nuestra autonomía; incapaces de restituir la capacidad de construir imaginarios que desafíen los discursos dominantes.
El archivo informal del CICdB
A lo largo de este camino nos hemos propuesto pensar un archivo de la ciudad informal,[6] una empresa a la que se ha sumado Jorge Blasco aportando su mirada del archivo amateur. La idea de un archivo de la ciudad informal se nos aparece a menudo como el oximorón del “café descafeinado”, en tanto que el archivo es un dispositivo intrínsecamente formal, una parte estructural de la ciudad formal. Así pues nos preguntamos ¿Cuáles son los modos informales preservar y custodiar?¿Para qué necesitamos un cuadro de clasificaciones, fichas o categorías que limitan el acceso de la comunidad a las fuentes de conocimiento?¿Cual es la forma de lo informal?.
Con el Taller de historia se desarrolla un proceso lento de desconstrucción y exploración; algunas personas se acercaban al taller para entregarnos materiales o historias, colocándonos en la posición de custodios; se trata, por lo general, de historias convencionales que se repiten invariablemente: “Llegamos de aquí o de allá, pasamos muchas penurias pero también fuimos muy felices, luchamos y conseguimos nuestros pisos”, pero que esconden deseos y dudas que no encontraban su lugar en ese relato “oficial”. Las sesiones del Taller de historia se organizan semanalmente, cada jueves, en el Centro Cultural del barrio. Con el transcurso de las sesiones esas historias estereotipadas se han ido deformando semana a semana, y se han ido desbrozando otros senderos, otros relatos, que permanecían ocultos bajo el lugar común. El Taller de historia ha ido configurándose como un lugar en el barrio en el que pensar sobre todo esto y poner en juego otros andamiajes con los que soportar otro tipo de relatos.
Rutas y paseos
Una de esas formas han sido los paseos a la búsqueda de rastros, restos sedimentados y estratificados en el territorio, trazas que permiten diferentes lecturas del paisaje. Hemos caminado asiduamente por el paisaje que configura hoy el Distrito económico, en ocasiones esos paseos adquieren una dimensión más pública e invitamos a personas a que nos acompañen y añadan nuevas capas de lectura, como en la Ruta de burbujas y comisiones con Rafa Burgos[7]. Este paseo se ha realizado en 2016 y 2017 hacia enero/febrero, convirtiéndose poco a poco a partir de esta periodicidad en algo así como un ritual.
Los boletines del CICdB
Con la edición de los boletines, los vecinos y vecinas se han convertido en investigadores e investigadoras de sus propias historias de vida, rescatando partidas de nacimiento, cartillas de maternidad, órdenes de fusilamiento… indagando en los documentos de las iglesias y ayuntamientos de los pueblos de origen de sus padres, madres, abuelos o abuelas. Al mismo tiempo han escrito sus historias fuera del canon, performando todo este proceso en un hacer comunitario, y no como una actividad individual y solitaria. Estas investigaciones se han socializado en las presentaciones de los boletines o en encuentros como La Sardinada.[8]
El pueblo gitano, Lacho Baji Cali, el CICdB y LaFundició
La comunidad gitana solo puntualmente se ha acercado a este espacio del Taller de historia. ese espacio resultara incómodo para algunas personas nos hizo preguntarnos porqué y qué otras formas de hacer historia, de interpelar a nuestro presente, de construir pensamiento contemporáneo desde nuestros barrios, debíamos poner en juego.
Rromano kidipen (Encuentro gitano) ha ido tomando forma a partir de un primer momento de conversaciones para consensuar el marco común de trabajo. Nos proponíamos reseguir el de la comunidad gitana en los asentamientos informales de Gran Via Sud. Explorar aquellas formas de resistencia pretéritas y ver de qué manera se dan aún en el presente como una especie de huella impresa en los cuerpos. Todo ello a fin de construir nuevos marcos de aprendizaje, relatos y posibilidades, y reactivar formas de hacer que respeten la cosmovisión de la comunidad.
Lachó Bají, acción-paseo realizado en 2014 en el marco de El sol cuando es de noche. La noche flamenca del MACBA[9] fue una primera experiencia que nos permitió explorar las posibilidades yfricciones que se dan en el encuentro con la institución. Ya antes, dentro de nuestra propuesta para el ciclo de exposiciones Arqueología preventiva comisariado por Oriol Fontdevila en el Espai 13 de la Fundació Miró. Organizamos entonces (2013) un ciclo de proyecciones de películas y debates en el Institut Bellvitge, titulado La ciudad ganada, la ciudad perdida,[10] en el que se proyectó, entre otras, la película Gitano sin romancero, de Llorenç Soler (1976) y se establecieron debates entorno a la construcción de nuestros hábitats.
Rromano kidipen
En esta ocasión Lacho Baji Cali y LaFundició hemos sostenido en el territorio el proceso de investigación y creación. Creemos que estos procesos tienden a desbordar los tiempos y los recursos de la institución, así como las formas de visibilidad que un centro de arte acostumbra a reconocer.
El proceso Rromano kidipen ni empieza, ni acaba con los recursos de La Virreina, ni sabemos si el acto del próximo miércoles 29 de noviembre en el centro tiene sentido o simplemente escenifica y banaliza una forma de hacer situada que, de repente, sacamos de contexto y reproducimos fuera de campo, y al mismo tiempo, paradójicamente, dentro del encuadre de la institución. Pero sí sabemos que nos preocupa una posible exotización y que la visibilidad del evento pueda enturbiar el proceso; no tenemos respuestas, sólo dudas que nos acompañan. En el territorio no hay público ni creadores, existe un hacer que se ha insertado en la cotidianidad; la investigación y su socialización en un espacio público (el Rromano kidipen) son un contínuo, solo desde fuera de la situación, desde la institución artística, se perciben como algo diferenciado.
Una de las estrategias de resistencia empleadas por la comunidad gitana de Bellvitge y el Gornal frente a la colonización de sus formas de pensar, sentir y estar en el mundo, ha sido alimentar y remarcar la distinción entre payos y gitanos. Este binomio payo/gitano ha tensado todo el proceso en el momento de dar una forma a sus resultados materiales (la edición de un fanzine que finalmente ha tomado la forma de una serie de pósters). A veces hemos marcado el límite desde LaFundició, a veces desde Lachó Bají Calí. Este trabajo desde dos posiciones distintas ha ido alternando los actos de resistencia y reproducción.
Lacho Baji Cali cuestionaba el fanzine y la autoridad de Marcos Prior para representarlos al tiempo que LaFundició intentábmos abrir constantemente la caja negra que naturaliza los lugares comunes desde los que hablamos. Lachó Bají Calí planteóla posibilidad de escribir la historia del pueblo gitano en L’Hospitalet ocupando las formas hegemónicas, es decir: escribir un libro en un lenguaje experto, construir un relato verídico sostenido por fuentes y documentos. Nosotras, por nuestra parte, intentábamos problematizar esta opción y preguntarnos dónde quedaban las historias cotidianas, la oralidad y los haceres ordinarios que preservan algo de una cosmovisión, la romaní, que confronta el universo de sentido neoliberal.
En un momento resultó que el formato póster podía conciliar posturas: en una cara los dibujos de Marcos Prior en relación a cuatro ideas (Paisaje, Escuela, Luchas y Cestas); en el reverso invocar la oralidad que alberga y conserva otras formas epistémicas y mostrar las huellas de los materiales que nos habíamos ido encontrando.
Hay un juego constante entre lo que los gitanos comparten o esconden a a los payosEl miedo a perder su idiosincrasia al mostrarla está muy presente en el pueblo gitano, así como el poder que otorga un saber que únicamente posee la comunidad. En el lenguaje se da este doble movimiento cuando se activan códigos compartidos y normas reconocibles sólo para la comunidad gitana.
El romaní se muestra como la lengua en que confluyen y se estandarizan las diferentes hablas del pueblo Rom Su variante española, el caló, se mueve en las sombras. El castellano o el catalán toman prestados, sin que lo sepamos, palabras del caló: paripé, chaval, molar, camelar, chachi… El caló aparece en el castellano y el catalán como jerga coloquial, formando parte del lenguaje así llamado “vulgar”. ( Quizás porque fuera una lengua perseguida[11] desde que se conoce su origen (hacia el siglo XV), los y las gitanas han cerrado el acceso de otras comunidades al caló.. A finales del XVIII y durante el XIX aparece la fascinación de los románticos por el flamenco y una atención diferente a la lengua; comienzan a aparecer tratados y diccionarios de caló, en todos ellos se recoge el ocultismo y la desconfianza de la comunidad gitana hacia el interés de los payos, todos ellos están repletos de errores y engaños. Hoy una minoría de la comunidad conserva el caló, palabras y frases son usadas con frecuencia para reconocerse, en prisión se vuelve a activar el caló para ocultar.
Los textos de los cuatro pósters editados han sido traducidos al romaní. La lengua se sitúa así como uno de los lugares a los que prestar atención.
Gitanos canasteros. Cornichas, es una palabra caló.
Canastero es un atributo que añadido a gitano o gitana, confiere prestigio en la comunidad, porque el gitano o gitana canastera preserva un hacer vinculado al nomadismo, al río, a la transacción basada en el valor de uso. El o la canastera desafía los tiempos productivistas, reconoce un disfrute en el trabajo que cuestiona la cultura del esfuerzo y el sacrificio que justifica y perpetúa las desigualdades. Las familias que habitaron La Cadena eran familias canasteras, hoy solo Rafi Fernández Santiago, una de las mujeres que impulsaron Lachó Bají Calí, conoce el oficio.
El encuentro era la forma que iba cobrando sentido, que estos encuentros se articularan alrededor de un hacer como la cestería nos ayudaba a problematizar cuestiones como el trabajo, el arte, la artesanía…
Rromano kidipen se accionó en dos territorios concretos: la Avenida Carmen Amaya del Gornal y la plaza de los bloques de la Florida. Durante los encuentros se compartieron materiales (fotografías, planos, informes…) como disparadores de las conversaciones; se activaba el set de radio como un recurso para recoger testimonios orales, al tiempo que se ocupaba la calle con un hacer y unos saberes víctimas de la misma amnesia que atraviesa todo el territorio de Gran Via Sud.
La Florida y el Gornal mantienen un vínculo invisible, los dos conjuntos de viviendas se construyen en diferentes momentos y en ellos se reubican a habitantes de la ciudad informal.
Los bloques de la Florida y el Gornal
El complejo Onésimo Redondo, en la Florida, se levanta en 1955 y acoge a barraquistas del Somorrostro, Montjuïc y La Bomba. La “informalidad” de los asentamientos aún hoy está presente en “los bloques” de la Florida. Existe un quiebre constante con la regulación de la ciudad formal que hace que planee constantemente sobre los bloques el fantasma del derribo como la única vía que la administración encuentra para poder regularlos.
En los 60 se instala un barracón que se convertirá en la escuela Pomezia de los bloques. Maria Ventura será la maestra de este centro y la persona a la que acude el ayuntamiento para montar la escuela Lachó Bají en La Cadena. La Cadena era el asentamiento gitano situado entre La Bomba y Can Pi. A partir de 1929, cuando la Exposición Universal expulsa de la montaña de Montjuïc la gestión de los residuos que produce la ciudad de Barcelona, proliferan en el entorno de la Gran Via (Can Pi, La Bomba, Santa Eulàlia…) los sitiales en los que se realizaba todo el proceso de separación y clasificación de las basuras.,
Hacia 1966 se constituye la Cooperativa de Viviendas de La Bomba, un grupo de vecinos y vecinas abandona la barrida para instalarse en los bloques Zeus y Neptuno del barrio de Bellvitge.
En 1975 se construye el Polígono Gornal, y en el 76 comienzan las manifestaciones ante la posibilidad que las viviendas no sean para las familias de La Bomba. Algunas personas entran “de patada” en los pisos, a otras se les asigna y gestiona la hipoteca; comienza la demolición de la Bomba. Los asentamientos de Can Pi y La Cadena seguirán en pie hasta los 90, cuando proyecto olímpico aceleró el deterioro de la zona y aumentó la presión para ejecutar las expropiaciones. Los sitiales y los gitanos que regresaron a los barracones en los 70 al no poder acceder a los pisos de los polígonos de vivienda, fueron los últimos en resistir al proyecto urbanístico del Distrito económico. Ese momento clave para entender la historia de la ciudad desde una perspectiva subalterna, se convierte desde entonces en el olvido del olvido: no hay imágenes, no hay documentos, sólo el testimonio de quienes vivieron aquellos momentos y, ahora, la ilustración de Marcos Prior que publicamos en en uno de los pósters editados.
La fase de investigación y restitución de materiales nos ha obligado a entender el protocolo de acceso a los archivos institucionales y los domésticos, en ambos casos estableciendo marcos de confianza para poder compartir los materiales y evitando caer en el extraccionismo, siendo una prioridad la activación de mecanismos de restitución de los materiales a la comunidad.
Trabajar con documentos que no habían sido producidos por la comunidad, sino que la representaban (como las imágenes de los archivos tomadas por la administración local o por la Iglesia, o las fotografías de los álbumes personales de las maestras); intentar respetar relatos en su forma de transmisión oral pero fijarlos en un texto escrito; o incluso el hecho de que las ilustraciones fueran producidas por alguien afectivamente desapegado de la comunidad, son ruidos que están presentes en este momento del proceso. Pensamos que crear nuevas imágenes ofrecía un campo a explorar, sin embargo el que Marcos Prior haya producido esos materiales no deja de volver a poner sobre la mesa los roles y los mecanismo por los que se le otorga a ciertos colectivos la capacidad de representar y se usurpa a otrxs.[12]
A ese respecto los textos e investigaciones del escritor y antropólogo peruano José María Arguedas nos abren horizontes de pensamiento. en su trabajo resigue e indaga sobre las formas de creación de los pueblos originarios del Perú y sobre los paradigmas y estructuras que los ignoran y desprecian llevándolos a la desaparición.
¿Por qué esa vergüenza? El wayno es arte, como música y cómo poesía. Solo falta que se haga ver bien esto. Lo indígena no es inferior. Y el día en que la misma gente de la sierra que se avergüenza todavía de lo indio, descubra en sí misma las grandes posibilidades de creación de su espíritu indígena, ese día, seguro de sus propios valores, el pueblo mestizo e indio podrá demostrar definitivamente la equivalencia de su capacidad creadora con relación a lo europeo, que hoy lo desplaza y avergüenza.”[13]
Parte de los estudios de Arguedas establecen vínculos entre las formas comunitarias de organización andinas y las de la Castilla rural, desaparecidas con el proceso de modernización impulsado por el franquismo a finales de los 50. Hay un eco de ese proceso que resuena la ciudad. Una ciudad que fagocita y anula las manifestaciones culturales, las formas diversas de ver y entender el mundo, las estructuras y universos de sentido, los imaginarios y la capacidad de generar sus representaciones de las migraciones del campo a la ciudad, las que construyeron y habitaron la ciudad informal, las que fueron demonizadas primero y domesticadas después a través del proyecto urbanístico del desarrollismo que dibujó la topografía de los polígonos de vivienda como Bellvitge, el Gornal, La Mina, Ciutat Badia, San Cosme…
Creemos que es necesario entender la distancia que existe entre las instituciones del campo del arte que ocupan la centralidad y las manifestaciones culturales de estas periferias, así como la tensión que atraviesa esta distancia.
Este aspecto es algo sobre lo que continuaremos trabajando. La cuestión en todo caso no es situar “prácticas populares” ocupando los espacios de “las prácticas artísticas del sector” sino ver hasta qué punto las instituciones pueden permear a manifestaciones culturales producidas desde economías populares, feministas, sociales y solidarias.
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[1] Hace 11 años nos constituimos como cooperativa, en aquel momento esta decisión tenía una dimensión política y respondía a la tensión existenteentre nuestra formación académica en arte y los saberes y prácticas que aprendimos creciendo en barrios obreros del área metropolitana de Barcelona (con una identidad charnega, propia de los hijos e hijas de los ciclos migratorios del campo a la ciudad, del sur al norte).
[2] Los herederos. Los estudiantes y la cultura. Pierre Bourdieu y Jean Claude Passeron. Editorial: Siglo XXI. 1º Edición: 1964 – 2º Edición: 2009.
[3] A menudo hemos escuchado en Prado 11, cuando los niños más mayores cuidan de los pequeños: “No salgas fuera, que viene un payo y te lleva”, reflejo especular perfectamente simétrico de las advertencias que nos hacían los adultos cuando nosotras éramos niñas: “No salgas fuera que viene un gitano y te lleva”.
[4] Un referente para nosotras son los textos de Iris Marion Young. En su libro La Justicia y la política de la diferencia define la justicia como la capacidad que tenemos las personas de decidir sobre las estructuras que encarnamos poniendo en crisis el concepto de justicia construido desde una perspectiva exclusivamente materialista y cuantitativa. En esta línea también tenemos muy presentes el pensamiento de Judith Butler.
[5] El Taller de Historia Oral Andina/Qhip nayra uñtasa nayraqatar saraña (THOA), creado en Bolivia en 1983, ha sido una de las experiencias que nos ha servido de referencia. El THOA lo conforma un grupo de trabajo indígena que reúne investigadores aymara-qhichwas y urus con el objetivo de investigar, difundir y revitalizar la cultura, la historia y la identidad de los pueblos indígenas de los Andes.
[6] En 2011 Oriol Fontdevila y el equipo del archivo de la Fundació Tàpies nos invitaron a participar en el proyecto Prototipos en código abierto. El interés de la Fundació Tapies por establecer nuevos vínculos con “los públicos” a partir de abrir el acceso al archivo de las exposiciones. Esto nos hizo preguntarnos por la estructura del archivo y su capacidad para legitimar el poder. En 2015, como parte de las actividades del Taller de historia, se propuso el seminario Hacer cosas con documentos con los recursos de Performing The museum (performingthemuseum.net/site/spip.php?article59). Todavía hoy seguimos dando vueltas al archivo informal.
[7] Periodista y autor de libros como Crema Catalana y La Casta. Quienes son y cómo actúan.
[8] El domingo 2 de julio, en el campo de fútbol de la Unión Deportiva Gornal (L’Hospitalet) tuvo lugar “La Sardinada”, una actividad organizada colectivamente por los y las participantes en el Taller de historia del CICdB y LaFundició, en la que se invitó a todos los antiguos vecinos y vecinas de La Bomba, Can Pi y La Cadena a reencontrarse.
Desde el Taller de historia se invitaba a comer y beber en un acto de celebración, pero también a aportar testimonios, recuerdos, fotos y otros documentos para el futuro archivo del CICdB. También se socializó el mapa de los barrios (en el que se ha venido trabajando desde hace el inicio del Taller), un set de vídeo y otro de radio en los que se realizaron entrevistas.
Tanto La Sardinada como el propio Taller de historia no pueden entenderse como “cuencas de información” para nuestro uso, sino como espacios de autoorganización vecinal y creación colectiva.
[9] Lachó Bají (https://lafundicio.net/blog/2014/11/26/lacho-baji/) fue el título de la acción-paseo desarrollada en colaboración con la asociación Lachó Bají Calí en el marco de El sol cuando es de noche, evento a medio camino entre el festival, la exposición y el seminario, organizado por Pedro G. Romero en el MACBA (http://www.macba.cat/es/nit-flamenca/1/actividades/activ)
[10] Ver https://lafundicio.net/blog/2014/04/24/algunas-reflexiones-sobre-el-ciclo-la-ciudad-ganada-la-ciudad-perdida/ y https://lafundicio.net/blog/2014/03/26/la-ciudad-ganada-la-ciudad-perdida/
[11] Existen diferentes bandos donde queda constancia de la persecución de la lengua:
“Vayan a residir a los lugares de donde son vecinos… Y que ninguno de los que llaman gitanos hable lengua particular sino la común y ordinaria con apercibimiento que por el mismo caso aunque estén avecindados y tengan tratos y oficios serán castigados como vagabundos… con azotes y destierro” (junio de 1592, bando contra los pobres y limosneros de la Sala de Alcaldes de Madrid, citado por Gómez Alfaro 2009: 84).
… y que no vuelvan a él, so pena de muerte, y los que quisieren quedar, sea avecindándose en lugares, villas, y ciudades de estos reinos de mil vecinos arriba, y que no puedan usar del traje, lengua y nombre de gitanos, y gitanas, sino que pues no lo son de nación, quede perpetuamente este nombre y uso confundido y olvidado. Y que por ningún caso puedan tratar en compras ni en ventas de ganados mayores ni menores, lo qual hayan de guardar, so pena de muerte” (Premáticas y cédulas reales publicadas en Madrid en 1619 por Felipe III, citado por Gómez Alfaro 2009: 102-103).
“Declaro que los que llaman y se dicen gitanos no lo son ni por origen ni por naturaleza, ni provienen de raíz infecta alguna… Por lo tanto mando que ellos y cualquiera de ellos no usen de la lengua, traje y método de vida vagante de que hayan usado hasta el presente, bajo la penas abajo contenidas…” (Real Pragmática en fuerza de ley, septiembre de 1783, artículo V por Carlos III. Citado por Gómez Alfaro 2009: 280).
[12] Para aproximarnos a estos materiales hemos tenido muy presente el trabajo de Silvia Rivera Cusicanqui, Sociología de la imagen y su concepto de “colonialismo interno”. Frente a los modos retóricos de comunicarnos, la imagen nos ayuda a vislumbrar interpretaciones críticas de la realidad.
[13] “ José María Argueda, Canto Keckwa. Editorial Horizonte. Lima, 1938. p. 19.