El pasado 8 de julio tuvimos nuestro primer encuentro con una de las comunidades con las que colabora el departamento de mediación comunitaria de la Fundación Museos de la Ciudad de Quito (FMC). Nos acompañó Carlos Hidalgo, mediador y uno de los principales responsables de la muestra Quebradas, que se inaugurará en el Parque Museo del Agua Yaku a finales del próximo mes de agosto. La muestra es fruto de la investigación colectiva realizada durante el último año sobre las quebradas de la ciudad —por quebrada se conoce, en las regiones andinas, a los valles estrechos y encajonados entre abruptas montañas—. Tanto la investigación, que podéis reseguir en el blog LabQuebradas, como la consiguiente exposición en el Yaku, suponen una primera aproximación del departamento de mediación comunitaria al comisariado de las exposiciones permanentes de los museos de la FMC. Aquí un breve resumen de nuestra experiencia:
«¿Quién cuenta la historia?» nos pregunta Sandra López, miembro de la cooperativa de vivienda Alianza Solidaridad mientras visitamos la Quebrada Ortega. Un proyecto cooperativo de hábitat, comunidad y vivienda impulsado por vecinos y vecinas frente al plan urbanístico municipal Quitumbe en el sur de la ciudad de Quito.
Al estar situada en las estribaciones de la cordillera de los Andes, Quito está atravesada por las quebradas que conducen las aguas desde el macizo nevado del Pichincha hasta el valle. Fabián Melo nos comenta el estigma que pesa sobre el espacio de las quebradas, lugares que desde la colonización de los españoles han estado relegados a aquellxs excluidxs de la centralidad —política, social, cultural, económica…— así, mientras en las planicies los españoles levantaban los centros administrativos de sus ciudades, la orografía de las quebradas funcionaba como defensa de la ciudad, dificultando el acceso a posibles ataques, y los indígenas, mestizos, cholos y negros iban siendo desplazados y relegados a habitar estos espacios que han arrastrado la estigmatización de la marginalidad hasta hoy. De las más de 100 quebradas que forman parte de la ciudad de Quito muchas han sido cubiertas, otras muchas, como fue la quebrada Ortega, convertidas en vertederos de la metrópolis. Fabián nos lanza otra pregunta: «¿Qué sería Venecia sin sus canales? Entonces… ¿Qué sería Quito sin sus quebradas?».
El origen de la iniciativa ciudadana para recuperar las quebradas se sitúa en los años 90 con la creación de la Asociación de Cooperativas Solidaridad, así se compraron entonces terrenos al sur de Quito, se parcelaron y equiparon con agua, luz… Se crearon las cooperativas Salvador Allende, Simón Bolívar, Monseñor Óscar Arnulfo Romero, Unión y Fuerza Obrera entre muchas otras —hoy aún conservan esos nombres los territorios donde más tarde se levantaron otros complejos habitacionales, inscribiendo un marco ideológico sobre el territorio—; pero el paso hacia la fase de construcción de la vivienda no se acababa de dar, y lxs cooperativistas comenzaron a vender sus tierras frente a ofertas ventajosas que anunciaban la revalorización del suelo. En este contexto la Municipalidad (el Ayuntamiento), interesada en el proyecto, ofrece 6 hectáreas de suelo entre la Quebrada Ortega y la del Carmen (que juntas podían sumar 12 hectáreas adicionales de terreno), ante esto la idea inicial empujaba a reproducir el modelo colonizador: cubrir la quebrada y ganar terreno para la construcción. Pero apareció una propuesta disidente: «¿Y qué tal si recuperamos la quebrada?».
Con el trabajo de 10 años de mingas —palabra kichua que designa las jornadas de trabajo colectivo hecho en favor de la comunidad— se sacaron toneladas de basura acumulada durante décadas por el uso del espacio como vertedero. Fruto de la autogestión es también la ciclovía, un modelo pionero que ahora se replica en muchos lugares de Ecuador.
La empresa constructora Andino & Aso. inició la construcción del primer proyecto de vivienda, como cuentan lxs vecinxs: «El primer conjunto habitacional fue fruto de la imposición y ese nunca lo enseñamos», el segundo, tercero y cuarto ya recogen la voz de las personas que los iban a habitar; en ellos se modificaron los modelos arquitectónicos usuales en respuesta a las demandas de sus habitantes: así, por ejemplo, la cocina pasó de ser un espacio residual y escondido a ser parte del área social de la casa; se modificó la ubicación del lavadero, o se rompió el concepto de conjunto habitacional cerrado y aislado de la ciudad —un modelo que ha propiciado la construcción de auténticos búnkers en el área urbana—. Otra de las peculiaridades del conjunto es que las casas no dan la espalda a la quebrada sino todo lo contrario, así sus fachadas dan a un espacio natural recuperado donde se pueden encontrar más de 130 especies diferentes de plantas, 20 de ellas medicinales. Un pequeño oasis en medio del asfalto.
La vivienda y el hábitat en el que se inserta, forman parte de las preocupaciones de esta comunidad, que se expresan en la pregunta: «¿Cómo queremos vivir?». Dicha pregunta abre paralelamente un camino de capacitación continua de lxs vecinxs para trabajar colectivamente el reglamento de convivencia de la comunidad o para asumir nuevos retos como el debate sobre los espacios para su desarrollo cultural o para transferir su experiencia y conocimientos y capacitar a nuevas comunidades dentro de los parámetros de una economía social y solidaria.
Fabián conoce L’Hospitalet, estuvo allí para tomar contacto con el trabajo y funcionamiento de la Fundació Catalana de l’Esplai. Su objetivo era poder conocer experiencias que les ayudaran a imaginar un modelo de equipamiento comunitario y cultural para la zona: un centro de desarrollo comunitario que se plantean desde la autogestión —entre otras razones porque los horarios de ocio de la comunidad no coinciden con los horarios de trabajo de los funcionarios—. Lxs vecinxs lanzaron una propuesta inicial a la Municipalidad que ésta, en opinión de lxs vecinxs, «mal utilizó». La cooperativa Alianza Solidaridad aún trabaja por construir sus espacios comunes, equipamientos y plazas, que colocan a la ciudadania como soberana en la construcción de ciudad, una experiencia impresionante de autogestión con la que compartiremos el próximo sábado 25 de julio las preguntas que nos han surgido durante el proceso de Bellvitge rol en vivo y de la que queremos seguir aprendiendo.
*Fotos: José Manosalvas (departamenteo de mediación comunitaria FMC)