Jovan Ćirilov, director artístico de la 41ª edición del festival Bitef, junto a Francisco, mostrando el catálogo de la 40ª edición (no el de la 41ª edición)
Lo mismo el titulo de este post escandalizará a alguien, aunque no sea esa nuestra intención; puede que alguien exclame ¡cómo frivolizar sobre una cuestión ‘tan seria’ como la educación!. Creo que es consabida la capacidad del arte para fagocitar sucesivamente otras áreas de la actividad humana, asimilando sus metodologías y objetos de estudio cual vampiro epistemológico. Una de las consecuencias negativas más graves que suele derivarse de este hábito alimenticio es la estetización y desactivación del potencial crítico, resistente o transformador de cualquiera que sea el campo sobre el que extiende sus redes el arte. El caso es que parecería haberle llegado el turno a la educación. Podríamos señalar dos eventos clave en este auge de la educación en el campo artístico -de forma bastante aleatoria, como casi siempre que se hace este tipo de ‘historización’-: uno sería la ‘Cumbre de iniciativas educativas no-alineadas‘ celebrada a finales de mayo pasado en Berlín, y el otro la atención prestada por Documenta 12 a la educación a través de su proyecto editorial Documenta 12 Magazines del que ya hemos hablado bastante extensamente. El simposio Goat Tracks of Self-education, organizado en el marco del festival teatral Bitef 07 por el colectivo TkH los pasados 21 y 22 de septiembre en Belgrado, puede entenderse como una continuación de ese trabajo de visibilización y reconocimiento de la educación que se está produciendo en ‘el mundo del arte’; este trabajo político en esencia, tiene otras capas, tal vez más útiles, en las que se problematiza y se proponen nuevos roles para la educación en las sociedades contemporáneas.
Hace algunos meses trabajaba yo en un texto que hubiese querido titular ‘¿Porqué la educación no es cool?‘ en el que reflexionaba sobre la total ausencia de educadores en la lista de personajes que ocupan las páginas de las revistas de tendencias, en las que abundan artistas (pop o no), comisarias, diseñadoras, dj’s… A todo esto, si alguien duda de que la educación no sea cool propongo, a modo de ejercicio, que compare los avatares de los miembros de myspace y eduspaces… La pregunta entronca directamente con la que da título a este post, y en ambos casos quien interroga lo hace sin un prejuicio moral sobre cual debiera ser la respuesta. Lo que resulta interesante es ver cómo algunas prácticas y discursos se integran en determinadas esferas de valoración y reconocimiento social, económico y/o cultural y otras no, pensar sobre qué consecuencias tiene su inclusión o exclusión y trazar líneas de actuación frente a estos procesos. Y este era uno de los objetivos explícitos del simposio en el que, como anunciábamos unos días atrás, participamos presentando projecte3*.
En verdad, desde la organización del simposio se lanzaba una hipótesis: dada la preeminencia del conocimiento en el actual modelo de producción postfordista no es de extrañar que las miradas se vuelvan hacia la educación; por un lado los artistas, en tanto que productores de conocimiento, buscarían nuevas formas de legitimación dentro de la lógica mercantil, los mass media e internet, pero por otro dispondrían, desde las vanguardias, de una larga experiencia en la gestión de la propia formación al margen de las instituciones educativas. Sin embargo, si entendemos, siguiendo las ideas de Paolo Virno -un autor que fue bastante citado, no siempre de forma ‘acertada’- que las industrias culturales constituyen para el capitalismo cognitivo un campo de pruebas en el que ensayar nuevas formas de organizar la producción, el trabajo, el deseo y, en general, la vida, no parece descabellado pensar que ya desde ahora los artistas sean los más adecuados para ofrecer al capital nuevos modelos educativos que sustituyan al de unas instituciones (escuela, academia…) desfasadas y prácticamente inservibles a sus intereses. En este sentido fue interesante la presentación de Milena Dragićević-Šešić, responsable de políticas de cooperación cultural europea del gobierno serbio, quien en un detalladísimo estudio estadístico desgranó los modos de aprendizaje no convencional utilizados por los estudiantes universitarios que transitan el ‘espacio educativo europeo’, es decir, que el poder está sobre nuestra pista… más o menos.
Vladimir Jerić Vlidi de slobodnakultura.org -que venía a hablar del proyecto One Laptop Per Child (OLPC), del que tan sólo dijo que le parecía «muy bien» (!?)- dibujó de una forma bastante dramática a la par que ajustada a la realidad, el modo en que, al diluirse los límites entre el tiempo de trabajo y el de ocio, el sistema capitalista había puesto a producir a tiempo completo hasta la última capacidad humana. Ante esta situación Vladimir Jerić Vlidi abogaba por la ‘contemplación’ como posible solución, una salida que se nos antoja demasiado… aristocrática. Bojana Cvejić, miembro también, entre otras, del colectivo TkH, junto a Ana Vujanović y Mišco Šuvaković (editores estos dos últimos del simposio) tampoco vio muy clara la alternativa contemplativa y apostó por el ejercicio de algún tipo de ‘pragmatismo especulativo’. Sin duda, la relación de los diferentes proyectos y concepciones teóricas con ‘las instituciones’ fue uno de los temas que apareció repetidamente durante el simposio y parece haber una opinión generalizada en ciertos sectores al respecto: no podemos abandonar la institución porque, dicho en términos foucaultianos, estamos atravesados por la institución que, a su vez nos constituye. Ahora, cómo negocia cada uno esto es un tema que da mucho de si… En este sentido, Mišco Šuvaković, profesor de estética y teoría del arte en la Facultad de Música de Belgrado, proponía establecer vías y mecanismos de colaboración entre colectivos y entidades ‘independientes’, y la propia Universidad, como una posible estrategia para superar los ‘modelos imitativos’ y las relaciones jerárquicas que aún imperan en esta institución, al menos en la facultad de Artes Visuales (que aquí se llama aún de las Bellas Artes).
Desde la organización del simposio se apelaba a la capacidad crítica del arte para subvertir los procesos de cooptación relacionados con la educación. En este sentido, a excepción de nuestra propia presentación, todos los proyectos prácticos presentados -las sesiones se dividieron en exposiciones teoréticas por la mañana y presentaciones de experiencias prácticas por la tarde (!)- partían de la voluntad expresa de los participantes en los respectivos proyectos de aprender, creando para ello estructuras horizontales que les permitan producir conocimiento y hacerlo circular sin las restricciones y aduanas que impone la burocracia académica: PAF (PerformingArtsForum), Nomad Dance Academy (programa educativo aún en ciernes de la Balkan Dance Network, -el adjetivo ‘Balkan’ levantó ampollas entre los locales a propósito de las identidades nacionales-) <illegal_cinema> o el s-o-s project del que ya hemos hablado con un poco de detalle en este post anterior.
Pero, como decía, si algo diferenciaba a projecte3* del resto de propuestas es que parte de un colectivo (concretamente LaFundició, una Sociedad Cooperativa) que propone a una institución pública (el instituto Joanot Martorell) emprender un proceso de trabajo que, de alguna manera, en mayor o menor medida, modificará los modos de producción de dicha institución, en este caso los modos en que ‘se produce’ educación. Esta transformación de la institución pasa, en línea con lo dicho más arriba, por habilitar espacios para la emancipación de los individuos que ‘encarnan’ la propia institución (y esto en el caso de projecte3* se da de forma tal vez demasiado literal…). Existe, desde luego, un problema con el término ‘emancipación’ porque sustenta la ilusión de un ‘afuera’, de un espacio autónomo; por añadidura, esta voluntad ‘emancipadora’ nos situaría a nosotros como «educadores» en una posición insostenible, demasiado cercana al maestro ilustrado, el educador de verdad, quien sustrae al alumno de su ignorancia para acercarlo a los dominios de la sabiduría. Sin embargo pensamos que es necesario resignificar la palabra o encontrar una que la sustituya satisfactoriamente, para designar aquellas iniciativas que intentan cambiar determinadas relaciones de poder que se traducen en infinidad de fenómenos sociales, culturales y económicos.
El simposio tuvo lugar en Magazine MKM, un nuevo centro dedicado a la producción e investigación cultural en Belgrado, habilitado por el ayuntamiento de la ciudad, en el que se ubicarán varios colectivos independientes. El público asistente fue más bien escaso, aunque esto no perecía importar a la organización del simposio. Podéis ver algunas fotos en nuestra página del flickr.