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Fallos de raccord
28.11.08


El pasado viernes se puso a la venta Fallos de raccord que es, si no recordamos mal y excluyendo aquella entrega de Work in progress editada por la ficticia y arty editorial Ediciones Reversas, la primera obra en solitario de Marcos Prior (hasta ahora se había dedicado más al guión que a otra cosa, si nos ceñimos a las tareas propias del cómic). Sin embargo, podría decirse que el libro no se habrá presentado oficialmente hasta este fin de semana en la Expocómic de Madrid; allí estará Marcos a partir de las dos y media del sábado firmando ejemplares, exactamente en el stand de Diábolo Ediciones.

Lo nuestro no es la crítica literaria, pero como hemos adquirido ya el hábito o vicio de meter las narices en cosas ajenas, no nos hemos podido resistir a comentar la obra. Lo malo es que encima nos vienen a la mente frases como: «Fallos de raccord es al cómic español lo que La broma infinita a la literatura norteamericana» y cosas por el estilo, propias de la mercadotecnia más zafia. Lo peor, con todo, no es eso, sino el hecho de pensar que en el fondo de esta comparación sin sentido hay algo de verdad. Quizás lo más acertado sea decir que, al igual que la novela de David Foster Wallace, Fallos de raccord es una obra compleja (aunque decir esto sea un lugar común), que empuja y retuerce los límites del medio para contarnos algo sin contarnos una histori(et)a.

¿Hay acaso algo que atente de manera más flagrante contra la narratividad lineal y «teleológica» que un fallo de raccord? (que es, por cierto, parte de la jerga propia de otro medio). Pero esto no es sólo una metáfora que vendría a reforzar una decisión formal: Si con algo trata Fallos de raccord es con la contingencia y la necesidad causal de los acontecimientos que se suceden en la vida de las personas; algo de lo que nos pone sobre aviso, al inicio del cómic, la conferencia pronunciada por el personaje Nicholas Nicholson, un gurú del management empresarial «adicto a la literatura de marketing donde aparecen animales antropomórficos como en ¿Dóde está mi queso?». Esa conferencia, en la que el personaje menciona la historia de Un descenso al Maelstrom, de Edgar Allan Poe, reverbera más tarde en las diversas referencias a la llegada del huracán Katrina a la ciudad de Nueva Orleans y en muchos otros elementos de la «narración», generando un auténtico «rizoma», en el que el sentido aparece por acumulación, no porque se nos explique «una cosa detrás de la otra»; en esa espiral resuena también, por ejemplo, la «anomalía», «habilidad», «don», «talento», «oscuro secreto», «monstruosidad» o «semipoder» de Nicholas, quien sufre, en su vida cotidiana, el efecto de los fallos de raccord (si, Nicholas tiene ese poder y es, a su manera un superhéroe, de modo que Fallos de raccord es también, fatídicamente, un cómic de superhéroes).

Y así podríamos seguir anudando elementos de aquí y de allá, dispuestos a lo largo de las páginas del libro. En fin, que el cómic es la leche y que además la gente de Diábolo se han currado un motón la edición, motivo por el que les felicitamos pues la suya no deja de ser, como suele decirse, una apuesta arriesgada. Deseamos fervientemente que su valentía se vea recompensada con creces.

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