Y finalizamos (por ahora) esta microsección dedicada a la(s) revista(s) publicada(s) por Documenta 12 reseñando la contribución del colectivo vienés malmoe, quienes, adelantando a todo el personal por la derecha, han publicado este artículo en el que diseccionan las condiciones económicas en las que han trabajado todas las publicaciones invitadas por la muestra a participar en este experimento editorial. El artículo no tiene desperdicio y mejor será que lo leáis íntegramente vosotros mismos y juzguéis, pero uno de los pasajes que más nos ha llamado la atención es cuando se dice que los guías del servicio pedagógico de la Documenta han conseguido, mediante la movilización colectiva, mejorar sus condiciones salariales. Se ve aquí como un colectivo cuyo trabajo es considerado de menor valía intelectual dentro de la producción cultural (una consideración que no debiera ser así, ni mucho menos, aunque para que cambiara sería necesario reestructurar de arriba a abajo el modo en que se entienden los ‘servicios pedagógicos’ de una exposición) es capaz de reivindicar y conseguir mejoras laborales, mientras que los editores y redactores de las publicaciones que colaboran con Documenta, es decir que realizan un trabajo intelectual en sentido estricto, renuncian a cualquier reivindicación por el prestigio y el capital social y simbólico que pueda reportarles su colaboración.
Insisto en que es mejor leer el artículo al completo. Algo que también nos chocó es encontrar el artículo reseñado por Martí Manen en el blog de A-Desk. Hace unos días Martí se quejaba (aquí) amargamente de la situación de abandono en que se encontraban los productores culturales en momentos de «redefinición del panorama político», cosa que hace que nos preguntemos… ¿Qué le está pasando a Martí?¿Se estará radicalizando…?