Hace un par de semanas -los días 30 y 31 de marzo– estuvimos en València participando en el evento PERIFÈRIES, que en esta edición 2011/2012 tiene como lema “Hacer de una práctica colectiva una experiencia común”.
Más concretamente fuimos invitadxs a actuar como facilitadorxs en uno de los numerosos grupos de trabajo que durante varias semanas han ocupado la Sala Thesaurus del centro cultural La Nau de la Universitat de València. Durante ese tiempo y en ese mismo espacio se celebraron también varias conferencias y se mostraron diversos trabajos en vídeo. El espacio permanece abierto al público y desde esta misma semana pueden verse los materiales generados por los diferentes grupos.
Cada uno de estos grupos contaba con unx o varixs facilitadorxs invitadxs por la organización de PERIFÈRIES y, dentro del tema general “Hacer de una práctica colectiva una experiencia común”, debía ceñirse más o menos a una línea de reflexión más específica propuesta igualmente por la organización. Para nuestro grupo, el grupo en el que hicimos las veces de facilitadorxs queremos decir, esa línea de debate venía marcada por el título: “¿Con qué expectativas?¿Desde qué potencialidades?”.
El propio grupo fue encargándose de ir significando estas preguntas: ¿Qué transformaciones podemos esperar de una práctica cultural comunitaria?¿cual puede ser el producto de dichas prácticas?¿qué resultados podemos esperar de una práctica cultural comunitaria y colaborativa que no obtendremos con otros modos de organizar la producción y circulación de símbolos, representaciones y rituales? En algunos momentos resultó complicado diferenciar entre las potencialidades de las prácticas culturales comunitarias y las expectativas que podemos proyectar sobre ellas, entre las capacidades que de forma “objetiva” podemos encontrar en ellas y aquellas que el deseo proyecta sobre las mismas. En cierto modo, muchas veces nos topábamos con una lógica de profecía autocumplida, por la que el hecho mismo de desear o esperar algo de las prácticas colaborativas y comunitarias tendría como efecto que esos mismos deseos y expectativas se realicen.
Por cierto, no hemos dicho aún quienes componían el grupo y es necesario hacerlo, sin sus aportaciones e implicación personal no hubiésemos podido hacer nada, pero además entre todxs supimos crear un ambiente distendido, e incluso nos atreveríamos a decir que en ocasiones jovial, que hizo mucho más agradable y enriquecedora la experiencia: Teresa Marín (profesora en la facultad de Bellas Artes de la Universitat Miguel Hernández), artista visual e investigadora en creación colectiva, prácticas colaborativas, arte, cultura visual, tecnología y educación), Sonia Martínez (artista y gestora cultural), Adrián Torres (arquitecto, miembro de LAminúscula y del Solar Corona), Jordi Orts (técnico especialista en imagen y sonido, psicólogo-orientador en la Escola Gavina e impulsor del proyecto 400colps), Clara Albero, Sergi Fernández, Mario García, Yésica García, Empar Martínez, Arnau Masià y Anna Teruel (alumnos y alumnas de 3º y 4º de la ESO de la Escola Gavina) y Enrique Salóm AKA Ryukenichi (bloguero y tuitero hiperactivo, interesado en comunicación, lo urbano, los grupos y las redes difusas), durante unos instantes también nos acompañó Ricardo Antón de la oficina AMASTÉ, aunque tenemos la sensación de que su presencia se hizo notar durante todas las jornadas… también nos acompañó durante una mañana Joan Vilapuig del colectivo Sitesize, a quien agradecemos especialmente que se acercase desde Barcelona.
La formación de este grupo no es aleatoria ya que desde la organización de PERIFÈRIES se nos pedía proponer a diversas personas o colectivos participar y colaborar en el grupo de trabajo. Nos parece destacable la participación de los alumnos y alumnas de la Escola Gavina, pues entendíamos que su presencia rompía la homogeneidad de un grupo y un contexto en el que, más o menos, todxs proveníamos de un mismo campo próximo a la producción cultural. La presencia de jóvenes o niñxs en este tipo de situaciones suele asociarse con una rebaja en el nivel intelectual del debate; sin embargo esto no es necesariamente cierto: la presencia de personas que no provienen del campo cultural obliga a expresar ideas igualmente complejas sin recurrir a la jerga esotérica habitual, así como a hacer explícitos aquellos lugares comunes que también de manera habitual damos por sentados quienes nos movemos en determinados ámbitos.
No hemos mencionado aún tampoco que el espacio en el que se organizaban los grupos de trabajo seguía la metodología Open-space[1] propuesta por la organización de PERIFÈRIES, dicho método no contempla la posibilidad de ser desarrollado en múltiples espacios o en tránsito entre dichos espacios, esta condición chocó con nuestra propuesta de organizar una visita al Solar Corona, un espacio urbano recuperado por un grupo de arquitectxs, activistas culturales y vecinxs en la ciudad de València. Tampoco se entendió, por parte de la organización y de algún participante, que esta era una propuesta, es decir, que estaba totalmente sometida a la decisión del grupo y que no formaba parte de ningún programa definido por nosotrxs de antemano. Este desencuentro generó algunas tensiones iniciales que pronto se disiparon. La visita al Solar Corona nos parecía pertinente por varios motivos: en primer lugar permitía la observación directa de muchos aspectos tratados durante las primeras sesiones de trabajo y debate; por otra parte entendíamos que el Open-space de la Sala Thesaurus podía resultar un espacio hostil o incómodo para lxs estudiantes de secundaria y por último nos interesaba, como siempre, la posibilidad de crear tránsitos y derivas entre espacios con grados y modos diversos de institucionalidad. Así parecieron entenderlo también lxs participantes en el grupo y la visita se pudo hacer sin más contratiempos, cosa que agradecemos a Rafael Tormo y el resto de organizadorxs de PERIFÈRIES y, en especial como anfitriones, a Adrián Torres y el resto de miembros del colectivo que impulsa el Solar Corona.
También propusimos al grupo generar alguna dinámica que propiciase el uso del vídeo como herramienta para la reflexión y favorecer así la participación del grupo de alumnxs de la Escola Gavina, habituadxs al empleo del vídeo gracias a su colaboración con Jordi Orts en 400colps.
Dicho todo esto intentaremos resumir y ordenar algunos de los puntos tratados durante las dos jornadas de trabajo. Siguiendo la metodología Open-space propuesta el grupo formuló y anotó una serie de preguntas que en un segundo momento se discutirían siguiendo un timing previamente acordado. Algunas de las preguntas que surgieron: ¿qué expectativas podemos proyectar sobre los procesos de trabajo cultural colaborativo?¿y qué potencialidades podemos encontrar o construir sobre estos mismos? Iniciamos un debate para tratar de definir otras cuestiones “subordinadas”, entre las que recogimos las siguientes: ¿qué cosas son comunes?¿qué cosas son colectivas?¿cómo podemos las personas gestionar lo que en la actualidad gestionan las instituciones? (p.ej. ¿pueden lxs alumnxs de una escuela gestionar lo que aprenden y cómo lo aprenden?)¿para qué sirve una acción y un trabajo colaborativo?¿para que podría servir una acción colaborativa?¿cómo se organiza una acción colaborativa?¿porqué es deseable o interesante un proceso de trabajo colaborativo?¿qué podemos aportar como individuos a un proceso de trabajo colaborativo?¿dónde sucede la colaboración entre las personas?¿dónde se organiza un trabajo colectivo? En línea con lo que apuntábamos más arriba se intentó reducir las preguntas a su esencia conceptual, eliminando giros retóricos que pudiesen oscurecer su significado y relacionarlas con prácticas específicas, ya fuese el propio Solar Corona o la organización de una fiesta –el ejemplo de las Fallas salió a colación en varias ocasiones y en relación a controversias diversas-.
Gran parte del debate generado entorno a estas preguntas iniciales no se centró en unas expectativas y posibilidades sobre las que parecía haber cierto acuerdo tácito, sino sobre los obstáculos y problemáticas que podemos encontrar en su efectuación. Entre estas problemáticas podríamos destacar la de la sostenibilidad de aquellos proyectos o iniciativas que se fundamentan en la gestión colectiva de la cultura o de la ciudad entendidas como recursos de uso común: cómo hacer compatibles la producción (de cultura, de ciudad, de redes…) con los propios procesos de reproducción de la vida. Se apuntó que parte de la “solución” a este dilema podría pasar por la creación de economías alternativas, pero también desde un enfoque entre utópico y radicalmente realista, por una más justa distribución de las rentas gestionada mediante presupuestos participativos y por la instauración del derecho universal a una renta básica. Estas demandas surgen, en parte, ante la imposibilidad de mesurar en términos dinerarios las formas de trabajo cooperativo, social y cognitivo características de muchas de las iniciativas tratadas, pero también de las sociedades contemporáneas en su conjunto. Lo que parece claro es que la apelación al voluntariado “militante” tout court conduce, en la experiencia de muchxs, al abandono de iniciativas comunitarias ante la imposibilidad de hacerlas compatibles con la vida misma (comer, descansar, amar, tener descendencia… cosas así). Desde otro punto de vista, se mencionó la necesidad de encontrar un balance entre la ilusión y la precariedad.
Otra de las cuestiones relevantes y recurrentes durante el debate fue la de cómo escapar a formas de parasitación económica, institucional, partidista, clasista, patriarcal, cultural, etc., etc. del trabajo cooperativo y de los recursos de uso común que éste provee –aquí es cuando se trajo a colación el asunto de las Fallas-. En relación a esta cuestión surgió la pregunta por el tipo de acciones que favorecen la emergencia de “subjetividades alegres”, formas de apropiación más justas y agenciamientos que posibiliten la vida; aquí se apuntó la necesidad de una práctica instituyente, es decir, la necesidad de modos de habitar y de interrelacionarse que hagan posible tomar poder a quienes nos ha sido sustraído. El poder no es algo que pueda ser acumulado, sino que sólo puede ser ejercido: atraviesa los cuerpos, los objetos, los símbolos y se inscribe en ellos, tiene por tanto un carácter performativo (como Joan siente especial aversión por este palabro acuñó el neologismo proformativo, que fue adoptado con jolgorio por el resto del grupo y elevado a la categoría de hito lexicográfico de pacotilla).
En relación con lo anterior también se remarcó la necesidad de superar la dialéctica dentro-fuera que opone la acción colectiva distribuida a la institución jerarquizante; pensamos que no se trata de crear nuevas estructuras fuera de la institución, sino de crear cortocircuitos y tensiones que revelen precisamente la inconsistencia de las estructuras dominantes: como se ha dicho muchas veces, es la acción distribuida y la cooperación de infinidad de actores sociales, humanos y no humanos, la que produce la riqueza y el valor. A vueltas con las Fallas y en relación a esto de los cortocircuitos y las tensiones con la institución se mencionaron iniciativas como la movilización #intifalla o las Falles populars i combatives en las que tomó parte el colectivo del Solar Corona.
Al hilo de estas reflexiones se destacó la potencia de la memoria (individual y colectiva) como resorte para la transformación social. Una vez más la memoria de unas Fallas populares, anteriores a la instrumentalización partidista y a la elitización se utilizó como ejemplo. La memoria forma parte también, siguiendo el razonamiento de Ricardo (AMASTÉ) durante el debate posterior a la conferencia de Nekane Aramburu, de una especie de “código fuente” de las prácticas colectivas y de la producción de lo común.
En otro orden de cosas también se abordaron las formas de organización del trabajo colectivo y de los criterios que deben guiarla. Se aduce habitualmente que las formas de organización fundamentadas en la jerarquía, el liderazgo y la representación son más eficaces que aquellas más horizontales fundamentadas en la participación directa; en contra de esta opinión se señaló en primer lugar la necesidad de revisar los criterios por los cuales se mide la eficacia de una acción o de una organización, ya que dichos criterios no sólo no están exentos de ideología sino que, de manera performativa (o “proformativa”, según los gustos), articulan una ideología determinada inscribiéndola en los individuos y en sus interrelaciones. Otra parte del grupo insistió en el hecho de que, en términos generales, no existe un aprendizaje en modos participativos de organización y toma de decisiones; a este último respecto volvió a mencionarse la cuestión de la memoria y la necesidad de revisar formas pretéritas de organización colectiva. También se hizo referencia a las normas (¿qué normas deben regir una comunidad?¿cómo se deciden?¿qué pasa si no se cumplen?).
También hablamos sobre el grado óptimo de apertura y permeabilidad de las comunidades para su supervivencia, y en relación a esto se mencionó la figura del sereno, que a su vez se relacionó con la de los keyholders del Mess Hall de Chicago: personas que disponen de un juego de llaves y tienen acceso en todo momento y sin restricciones a un espacio de uso común, cosa que implica a su vez una serie de responsabilidades. También se habló de la red como una forma de escalar la organización en comunidades y el trabajo colaborativo, una cuestión sobre la que también pasó de puntillas Jordi Claramonte en su intervención de la tarde…
En fin, como suele decirse, fueron muchas y variadas las cuestiones sobre las que hablamos durante estas dos jornadas; pero se habló como de pasada de una que las rodea a todas y es cómo una vez de vuelta en nuestro entorno cotidiano podemos activar todas esas palabras. Esto nos conduce a reflexionar sobre la utilidad –y la necesidad- de encuentros como PERIFÈRIES. Resulta evidente que unx va progresivamente construyendo su quehacer, su práctica y su pensamiento en base a infinidad de referencias y relaciones, y que las que tejimos durante estos dos días tendrán su reflejo en futuras acciones concretas, posiblemente en actos muy pequeños y no siempre evidentes, en nuevas conversaciones y relaciones; sin embargo no deja de preocuparnos la estetización del diálogo, por un lado, y por otro la utilización del encuentro como puesta en escena para el reconocimiento mutuo y el posicionamiento de cada unx dentro del campo cultural. Cosas que se nos ocurren, que nos pasan por la cabeza… no hagáis caso.
Una vez más aprovechamos para agradecer a todxs los que nos han acompañado durante las jornadas su implicación, generosidad y cuidados. Esperamos volver a encontrarnos y pensar y hacer cosas juntxs, porque, como se dijo en más de una ocasión: “solo no puedes, con amigos sí”.
[1] Para saber más sobre este método ver la entrada correspondiente en Wikipedia: http://en.wikipedia.org/wiki/Open-space_technology o el sitio web www.openspaceworld.org.