ANTI-MODULOR no es un proyecto. ANTI-MODULOR es una etiqueta con la que pretendemos aglutinar una serie heterogénea de procesos, acciones, relatos y conversaciones que giran entorno a los modos en que habitamos la ciudad.
La ciudad contemporánea es ANTI-MODULOR porque ha sido construida y planificada en base al productivismo y la especulación sobre bienes que deberían ser comunes. Nosotrxs somos ANTI-MODULOR porque no queremos una ciudad proyectada sobre la base de un falso ideal universalista.
En febrero de este año comenzamos a habitar un espacio situado en los bajos de uno de los bloques de pisos del barrio de Bellvitge, en el Distrito VI de L’Hospitalet, trasunto desarrollista de la Ville Contemporaine. El azar (o por lo menos no nuestra voluntad) quiso que este espacio estuviese situado en el número 11 de la calle Prat, una escalera en la que numerosas personas, muchas de ellas migrantes o gitanas, reciben asistencia social. No fuimos a parar allí buscando el exotismo de la marginalidad; a nuestros ojos, ni Bellvitge ni nuestrxs vecinxs son exóticos ni marginales.
Nuestrxs vecinxs gitanxs hacen un uso intensivo del espacio público, hacen su vida diaria en la calle, en las aceras y en las zonas verdes frente a la portería, en especial lxs niñxs. Para ellxs, nuestro espacio es casi una extensión del espacio público: bajan, llaman a la puerta, entran, deambulan, salen, vuelven a entrar, pintan en la pared de pizarra, se tiran por el suelo, juegan… a su vez nosotrxs hemos empezado a salir con ellxs a la calle: a pintar, a tomar medidas, a hacer entrevistas, nos cruzamos en la portería, a la vuelta de la esquina… Vamos negociando esos usos espaciales, máxime cuando los espacios son compartidos con otras personas, y llegando poco a poco a acuerdos, a entendimientos.
Tal vez las cuatro o cinco familias de nuestra escalera y del adyacente número 13 sean de las pocas familias gitanas que viven en Bellvitge, un barrio con más de 25.000 habitantes. En cambio, el barrio del Gornal presenta un porcentaje de población gitana mucho mayor, cercano al 15% de un total de 7.200 habitantes. Paradójicamente la escuela pública Gornal cuenta con un porcentaje de alumnado gitano del 99%. Muchos de los niños y niñas gitanas de nuestra escalera asisten a dicha escuela, al tiempo que muchos niños y niñas payas del Gornal asisten a escuelas en Bellvitge.
Los barrios de Bellvitge y el Gornal están completamente separados por una enorme cicatriz urbana: las vías de tren que conectan el centro de Barcelona con el aeropuerto de El Prat. Tan sólo tres puentes peatonales salvan esta gigantesca barrera. Algunos de nuestros vecinos y vecinas cruzan literal o metafóricamente esos puentes para asistir a la escuela Gornal, al mismo tiempo que otras niñas y niños payos del barrio del Gornal los cruzan en sentido contrario para asistir a escuelas de Bellvitge. Entendemos que esto es una forma de segregación espacial.
Hace unas semanas María Muñoz-Duyos nos invitó a participar en unas jornadas que tienen por título Infancia y espacio público: un diálogo entre arte, educación y espacio urbano, organizadas por el colectivo Urbanitas-Berlin Barcelona (del que María es miembro) y la Associació de Mestres Rosa Sensat, y nos ofreció dirigir uno de los talleres. Nuestra propuesta consiste en invitar a lxs participantes en el taller a acompañarnos, junto a las niñas y niños de nuestra escalera, a recorrer ese mismo trayecto entre el número 11 de la calle Prat en Bellvitge y la escuela Gornal, cruzando los puentes que unen ambos barrios.
Este taller-caminata tendrá lugar el 7 de julio. Cinco días antes, el 2 de julio, organizamos en el espacio físico de LaFundició un taller de construcción de microfonía binaural. Invitaremos a los participantes en este último taller a acompañarnos durante el paseo, y registrar con sus recién construidos micrófonos aquello que les parezca pertinente. Intuimos que observar el paisaje desde el cuerpo y desde la escucha, relegando a un segundo orden los actos de ver, puede ayudarnos a construir un relato no hegemónico sobre la ciudad.
Este paseo no tiene un objetivo definido, más allá de observar el paisaje y el territorio, y reflexionar sobre los modos en que éstos condicionan nuestro horizonte de posibilidades, y al mismo tiempo, experimentar si la acción de atravesarlos y recorrerlos, puede o no alterar su configuración ordinaria. Una cosa nos parece clara: los mencionados recorridos cotidianos de los niños y niñas de Bellvitge y el Gornal son, en el agenciamiento que forman con el propio territorio, un dispositivo político que articula relaciones de poder vinculadas a su vez a cuestiones de raza, edad y clase social.
Así pues nuestra idea es irnos de paseo en compañía de un grupo de niños y niñas, educadorxs, arquitectxs, urbanistas, frikis del sonido, docentes, artistas… personas de diversas condiciones sociales, culturales y raciales con el propósito de situarnos dentro, entre y a través de las fronteras y jerarquías que separan todas estas identidades; generar fricciones que desborden sus respectivas zonas de confort y construir colectivamente un conocimiento monstruoso.