Hace años que desde LaFundició activamos una serie heterogénea de procesos, acciones, relatos y conversaciones que giran en torno a la infancia, el juego y los modos en que habitamos la ciudad y que se aglutinan bajo la etiqueta ANTI-Modulor.
Si el Modulor es el núcleo del sistema con el que Le Corbusier medía el mundo a partir de las dimensiones del cuerpo normativo de hombre adulto, ANTI-Modulor son estrategias para reconstruir la vida en las periferias que resultan de esta forma de construir espacio urbano. Mirar la ciudad desde la vivencia de los niños, el tamaño de sus cuerpos y las posibilidades que detectan es una de las prácticas más sencillas y más llenas de potencia que conocemos.