Durante los meses de octubre y noviembre celebramos las Jornadas Delta 2024, Cultura y economías agropolitanas para la transición ecosocial.
Inauguramos los encuentros con Adrián Almazán y Fernando García-Dory de INLAND-Campo Adentro, charlando en el espacio Laurel 31, en la Florida, sobre Cultura agropolitana para la transición ecosocial y el buen vivir.
La jornada sirvió para situar y enmarcar alguna de las principales cuestiones que queremos plantear en las Jornadas Delta sobre la relación entre cultura, economía y ecología. En su intervención, Adrián Almazán situó el debate desde la perspectiva de las periferias urbanas, su relación con la noción de progreso y con la destrucción de las formas de vida campesinas. Frente a la crisis ecosocial provocada por un modelo económico y cultural dirigido a la acumulación Adrián apuntó, como alternativa, la posibilidad de actualizar ciertas prácticas asociadas a la ruralidad. En gran medida, el trabajo de Fernando García-Dory y el proyecto INLAND-Campo Adentro camina en esa dirección, e intenta navegar las contradicciones que surgen al hacerlo en relación con el campo del arte y sus marcos institucionales.
A inicios de noviembre, en la finca de Les Cabasses, nos encontramos con el colectivo Tornen les esquelles para hacer un taller de lana periurbana con la lana de las ovejas de Les Basses de Can Dimoni, el último rebaño que pace en el delta del Llobregat.
Precisamente en este taller, así como en el impartido por Asunción Molinos y Carlos Monleón más adelante, tratamos de investigar en la práctica sobre las relaciones entre producción material, reproducción de la vida, economía y producción simbólica. La lana de las ovejas es considerada actualmente un residuo ya que su comercialización no es rentable. No obstante, sigue siendo necesario esquilarlas. Desde otro punto de vista, la lana es un material biodegradable de gran valor, que no sólo sirve para confeccionar prendas de vestir, sino también como aislante en la huerta. La pregunta pertinente es: ¿Qué economías alternativas a la capitalista son necesarias crear para recuperar un material con tan alto valor de uso? Durante el taller elaboramos colectivamente un tapiz de lana afieltrada.
En Pomezia, nos encontramos con Yayo Herrero y Jaume Grau de Ecologistes en Acció i SOS Baix Llobregat i L’Hospitalet, para charlar sobre los debates e iniciativas.
Yayo Herrero, una de las voces más influyentes del ecofeminismo, puso sobre la mesa los debates urgentes ante el contexto de “policrisis” en que vivimos. Según la investigadora, y activista, nos encontramos en una crisis ecológica provocada por un sistema político y económico que atenta contra la vida, con dinámicas de guerra que destruyen los vínculos sociales. “Llamamos desarrollo a la idea de destruir nuestra relación con la tierra”, constata.
Al contrario, el ecofeminismo plantea, precisamente, que todos los seres humanos somos interdependientes y ecodependientes.
Herrero destaca que el decrecimiento no es una opción política o ética, sino que es inevitable, es “el estado material en el que tendremos que vivir queramos o no”. El reto es garantizar una transición ecosocial justa que apueste por una vida digna para todas las personas.
Jaume Grau, de SOS Baix Llobregat i l’Hospitalet i Ecologistes en Acció, situó los retos en nuestro territorio, con la presentación pública de la propuesta de ILP Parc Natural i Agrari del delta del Llobregat. Resalta que el sesenta por ciento del delta ya se encuentra bajo el cemento y es urgente proteger lo que queda por urbanizar. Esta iniciativa requerirá de la participación efectiva de todos los sectores, especialmente del agrario, fundamental para encaminarnos hacia una soberanía alimentaria. Constata: “No podem perdre ni un pam més. Hem d’apostar per canvis profunds en la gestió del territori”.
En acabar, el público aportó reflexiones en relación al miedo, la ecoansiedad, la necesidad de un lenguaje llano que nos haga reconocer los fenómenos acelerados por el cambio climático con más facilidad, así como la necesidad de hacer cambios en nuestra manera de consumir para que tengan un impacto positivo en el entorno.
Por último, dimos por finalizadas las jornadas con un taller, de nuevo en Les Cabasses, sobre sistemas de reposición de los recursos hídricos con Asunción Molinos y Carlos Monzón. Nos hablaron de técnicas tradicionales para ‘plantar’ o ‘cultivar agua’ y alimentar los acuíferos. Mientras que la moderna agroindustria sigue una lógica extractivista, los saberes campesinos se fundamentan en la necesidad de reponer los recursos de uso común de los que depende el sostenimiento de la vida en el lugar que se habita —y por ello son saberes situados—.
Por el contrario, el extractivismo se guía exclusivamente por la rentabilidad de las inversiones. Una vez agotados los recursos de un lugar “basta” con abandonarlo, arruinado, e ir a uno nuevo —así hasta que no queden lugares por depredar—.
Días más tarde, Sole, nuestra vecina de La Florida, nos explicaba que en su pueblo, en Cáceres, participa en un proyecto de recuperación de las acequias ancestrales, allí llamadas ‘pesqueras’. Esta coincidencia nos reafirma en la idea de que lo rural y lo urbano no son dos territorios completamente separados, sino unidos, entre otras cosas, por la memoria y las trayectorias vitales de quienes los habitan.