En el marco de las políticas culturales a escala local, y más concretamente en la esfera de las artes visuales, suele producirse un conflicto entre formaciones culturales que son el resultado de largos y complejos procesos históricos:
Hay municipios, como es el caso de El Prat de Llobregat, en los que, a través de instituciones públicas, se hace una apuesta decidida por programas de difusión del arte contemporáneo emergente.
El conflicto aparece cuando ciudadanxs de estos municipios que desarrollan una práctica artística amateur cuestionan dichos programas porque no comparten o no entienden los motivos por los cuales se otorga valor a unas manifestaciones artísticas así llamadas ‘contemporáneas’ y no a las suyas. Se trata de prácticas relativamente eclécticas pero con rasgos y referentes bien definidos y extendidos en determinados entornos sociales: la pintura realista -con predominancia de una tradición paisajista que encuentra sus referentes en diferentes escuelas, pasadas por el filtro de cierto tipo de pintura decorativa producida industrialmente-, la copia de los maestros de la pintura occidental -pero exclusivamente de aquellos con una amplia repercusión mediática-, las imágenes que circulan reproducidas en calendarios y afiches diversos, la pintura expuesta en tiendas de decoración, salas de exposiciones de galerías comerciales (como El Corte Inglés), etc, o en un circuito paralelo de galerías, publicaciones y concursos que reproducen los clichés del campo artístico de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, en el momento justo en que aparece la figura del artista moderno y sus instituciones.
Precisamente ese, el momento en el que nace el pintor de la vida moderna, representa un punto de inflexión en el proceso de segregación de las prácticas culturales de la vida social; siendo muy esquemáticos, podemos decir que es el momento en que claramente los estados modernos patrimonializan y oficializan aquellas manifestaciones culturales que se declaran autónomas (las de los artistas de vanguardia), al tiempo que expropian la cultura popular de su medio social, convirtiéndola en una expresión folclórica.
El centro de arte Torre Muntadas organiza anualmente, desde hace 36 años, una multitudinaria exposición colectiva de artistas del Prat. La exposición es, de largo, el evento con más público de toda la programación del centro durante el año, y es también el momento en que afloran las tensiones y las críticas a propósito de su línea expositiva.
Desde la dirección del centro han decidido “coger el toro por los cuernos” y organizar un encuentro de los artistas participantes en la exposición con Patricia Campos (directora del StripArt) y Mariló Fernández («Artista, educadora i activista cultural» y a la sazón miembro de LaFundició) para hablar de todo esto. Mariló mostrará nuestra colaboración con el colectivo de pintoras CandeL’Hart, y en especial su participación en iniciativas como Aula a la deriva o el proyecto Prototips en codi obert de Oriol Fontdevila y la Fundació Antoni Tàpies, así como su práctica creativa cotidiana y cómo pretenden que ésta se integre en la vida social y cultural del barrio de Bellvitge (L’Hospitalet) del que son vecinas.
Si os apetece venir la cosa será el sábado 14 de julio en Torre Muntadas a las 11 de la mañanita.