A principios de diciembre un grupo de artistas y responsables políticos acordaba en San Francisco (EUA) el lanzamiento de la National Campaign To Hire Artis to Work in Schools o N-CHAWS (web y Facebook), es decir una campaña que promueve la contratación de artistas para que trabajen en escuelas; en sucesivas semanas se ha constituido un grupo de apoyo de amplia base, encabezado por la organización Americans for the Arts, para promover su adopción por parte de la nueva administración Obama y el congreso. La campaña promueve el uso de fondos federales para el fomento del empleo con el fin de contratar artistas en escuelas y centros comunitarios. La idea ha sido presentada al equipo de transición Obama–Biden y a la portavoz Nancy Pelosi para su consideración dentro del paquete de medidas de la nueva administración para el fomento del empleo y el crecimiento económico. La propuesta de la campaña, según el comité directivo, se inspira en los precedentes históricos del programa WPA de Roosvelt y el programa nacional para las artes CETA de los años Ford-Carter. A esta campaña se han sumado otras dos para apoyar la contratación de artistas en empleos públicos, tanto en escuelas como en centros y entidades de carácter local y comunitario.
En un primer momento a cualquiera podría parecerle que esta es una buena iniciativa: genera empleo en un sector especialmente “delicado” como es el cultural y mejora, en principio, la oferta educativa pública. Sin embargo muchas preguntas en diferentes direcciones nos asaltan enseguida: ¿Podrían los artistas jugar un papel crítico y transformativo sobre la cultura escolar una vez oficializado su status dentro del sistema educativo? Siempre nos ha parecido que la escuela debe ser un lugar mucho más permeable y permitir el flujo de conocimientos y personas hacia dentro y hacia fuera, entonces ¿porqué concretamente los artistas y no también otros profesionales o agentes? ¿o porqué no llevar de manera efectiva la escuela al museo o a otros lugares e instituciones (y no sólo como mera consumidora de “ofertas educativas”)? y apuntando en otra dirección más aún ¿cómo afecta a los artistas, como agentes sociales y educativos críticos, el hecho de que la ‘creatividad’ sea considerada hoy un recurso económico de primer orden?
Parece que las políticas culturales en el estado español andan lejos de estas cuestiones. En Catalunya el Programa de barrios y áreas urbanas de atención especial (sic), más conocido como “Ley de barrios” tiene como objetivo “la rehabilitación integral de los barrios que presentan problemáticas específicas para evitar su degradación y mejorar las condiciones de vida de sus habitantes” (el destacado es nuestro) y contempla además de intervenciones urbanísticas y mejoras asistenciales la implementación de planes de desarrollo cultural comunitario. La aplicación del programa está conduciendo a los ayuntamientos a contratar empresas culturales para la realización de los planes culturales comunitarios. Por otra parte, según nuestra experiencia, el programa Creative Partnerships auspiciado por el Arts Council británico es un referente para muchos técnicos de cultura aquí, sin embargo parece difícil que un programa de estas dimensiones pudiera implementarse desde las administraciones locales. Por último os linkamos aquí este artículo de Arlene Goldbard (una de las impulsoras de la N-CHAWS) en el que hace un repaso histórico de anteriores programas de empleo público de artistas en comunidades locales en los EUA y señala algunos de los retos de la iniciativa aunque muy pocas de las controversias que presenta.