Hemos de reconocer que cuando nos enteramos de que Carles Guerra presentaba en el Centro de Arte Huarte una nueva exposición titulada “Esto no es una exposición“, no prestamos demasiada atención. Pensamos entonces que se trataría de algún retruécano conceptual por el cual “Esto no es una exposición” sí sería una exposición. Pero no, el título aspira a cierta literalidad y se puede decir que el proyecto de Carles Guerra (en colaboración con Imanol Aguirre) no es, o al menos pretende no ser, una exposición. Según reza en la web del centro:
“Las obras presentadas no aspiran a ser meros objetos de contemplación, sino a circular y a ser transportadas a otros espacios, lugares e instituciones. Su finalidad última es la de ser debatidas por públicos específicos. En definitiva, esta exposición aspira a ser una anti-exposición que transforma la sala en un centro de recursos para los usuarios más próximos.[…]
Así pues, la exposición se instala en las salas del Centro Huarte, aunque algunas de sus piezas también pueden encontrarse fuera del mismo. El desplazamiento de las actividades a centros escolares y el hecho de que la logística habitual que caracteriza la organización de una exposición haya sido desestimada hacen de este proyecto una experiencia encaminada a repensar el centro de arte como un servicio público. ”
Y más aún:
“Los usuarios del centro de arte son libres de escoger aquéllas [obras] que quieran llevarse a su casa o a la escuela, así como a cualquier otro lugar, para debatirlas y mantener con ellas una relación que a menudo no es posible en el contexto de la sala de exposición.”
El proyecto plantea al menos un desplazamiento que nos parece interesante aunque encierra algunos peligros sobre los que hemos tenido que reflexionar últimamente: desplazar los lugares por los que circula y se recibe el arte puede ser una estrategia efectiva para democratizar el acceso a la cultura y eludir regímenes disciplinarios que sutilmente operan en la arquitectura y los hábitos museísticos. Sin embargo “acercar el arte a la escuela” (o a donde sea) literalmente, puede convertirse en un dispositivo para ‘ilustrar’ y una forma de “proselitismo cultural”, cuando no directamente de marketing (un recurso para atraer visitantes al museo). No parece que sea éste el caso de “Esto no es una exposición“, intuimos que las obras aportadas por los artistas se utilizan como un pre-texto para abrir el diálogo sobre distintos asuntos: “Muchas de estas obras presentan una temática próxima a los acontecimientos que seguimos a través de los medios de comunicación. Por eso la exposición […] reúne en mayor medida obras de carácter documental“. Nos parece que sería interesante revisar cómo se relacionan esos asuntos con el contexto en el que se van a tratar y hasta qué punto el proyecto hace explícitas las posiciones que ocupan los distintos agentes que intervienen, y cómo dichas posiciones determinan el valor de sus discursos.
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