Los mercados han sido espacios sociales de vital importancia para el cuidado y el sostenimiento de las comunidades, los cambios en los hábitos de consumo hacia formas asépticas de acceso a objetos y bienes (grandes superficies comerciales, supermercados, plataformas de compras por internet…) están deteriorando vínculos y espacios de encuentro vitales para la autonomía de los barrios a la hora de construir sus hábitats.

Es responsabilidad de las administraciones públicas y de los agentes que intentamos restituir un marco viable de economía social y solidaria en nuestros territorios, poner en marcha iniciativas que puedan contrarrestar el abandono de nuestros mercados.

La activación de cocinas comunitarias es una de las estrategias vinculadas a la soberanía alimentaria y a la economía social y solidaria que se está implementando en diferentes municipios.

En Hospitalet algunos de los centros culturales como el de Bellvitge construyeron cocinas como parte del equipamiento; estos espacios concebidos como aulas se articularon en base al consumo de talleres desaprovechando el carácter comunitario

que podían haber desarrollado.

A partir del proceso que El Trajín abre se estudiará la posibilidad de activar una cocina comunitaria en la ciudad en base a las redes vecinales que se vayan tejiendo. Mediante su puesta en marcha se quiere romper con la estigmatización de que las comunidades migrantes y/o empobrecidas no cuentan con educación nutritiva y entre todas, responder de forma comunitaria un problema que se ha individualizado. Poner el foco en cocinas y comer también refuerza otros paradigmas que ponen en el centro el sostenimiento de la vida y que se están articulando desde el concepto de economía feminista.