El pasado lunes 27 de enero presentamos el número 10 de Des de ja, la revista de barrio, hecha con amor desde els Blocs de La Florida.
Este nuevo número viene caaargadito de contenido: sobre sensellarisme, la especulación en la ciudad, CIE y deportaciones, el mercado de La Florida, el derecho a la ciudad y, entre muchos más temas, una entrevista a Zaina, una joven palestina que ha venido a Barcelona a partir de programa de ayuda universitaria de la UB. Como siempre, las revistas son gratuitas y podéis coger vuestro ejemplar en Pomezia (c. Pins, 10, La Florida).
L’Hdigital hizo un reportaje sobre la presentación, disponible aquí.
Os dejamos aquí el texto editorial que abre la revista, escrito por el Equipo Editorial Des de Ja. ¡Gracias a todes por venir y larga vida a las revistas de barrio!
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Este es el número diez de la revista Des de ja. Si nos paramos a pensar, parece algo milagroso. Bueno, quizás exageramos, pero es cierto que muy pocas personas imaginábamos en 2018, cuando presentamos el primer número de Des de ja, que hoy, en 2025, estaríamos presentando el número diez.
No deja de ser sorprendente, incluso para nosotras mismas, haber llegado hasta aquí. Y no sólo por una cuestión de cantidades, sino también de calidades. Des de ja ha crecido y mejorado en estos diez números. No es una publicación de diez, lo sabemos, pero nos hemos esforzado para mejorarla en cada número, y se nota, sí, podemos creérnoslo.
Lo mejor de todo es que el espíritu y la finalidad de la revista sigue siendo el mismo: una revista hecha con amor por los y las vecinas de la Florida —y ahora, de todo Hospitalet y más allá— con el objetivo de contar lo que pasa y lo que nos pasa desde aquí, desde el barrio. Contarnos para que no nos cuenten. Explicar lo que vemos y vivimos aquí y en el mundo desde el barrio para que otras personas no nos impongan una explicación parcial e interesada desde otros lugares.
En estos seis años han pasado muchas cosas, en el barrio y en el mundo. Muchas de ellas son preocupantes, en especial el auge de discursos y actitudes reaccionarias que no hacen sino dar carta blanca a la opresión, la discriminación y la exclusión de unas personas cuya vida se considera menos valiosa que la de otras.
Revertir esta tendencia pasa, inevitablemente, por juntarnos, explicarnos el mundo las unas a las otras y organizarnos. Desde la divergencia, el disenso e incluso desde el conflicto. El conflicto tiene muy mala prensa y, sin embargo es imprescindible, sin conflicto las historias no avanzan, su trama se queda estancada. Lo que pasa es que suele asociarse el conflicto con la violencia porque, desgraciadamente, los seres humanos recurrimos una y otra vez a ella para resolver los conflictos. Suena cándido al escribirlo, pero no menos cierto es que disponemos de otras herramientas para dirimir los conflictos, como la palabra, por ejemplo. Esta revista está hecha de palabras, entre otras cosas.
Una de las cosas más emocionantes de publicar este número diez de la revista es tener la certeza de que no es una revista de diez. En estos años también han pasado y hemos construido cosas buenas, en el barrio y en el mundo, y a veces —recientemente hacíamos autocrítica sobre esto mismo— no hemos sabido contarlas, hacerlas más visibles. Esto es algo que podemos mejorar. Y precisamente, esa certeza de que podemos hacerlo mejor, o de manera distinta, según convenga o según nos plazca también, nos causa una sensación alegre, una sensación que resulta de la convicción profunda de que tenemos el poder de hacer las cosas de otra manera, de que hemos tomado ese poder. Porque el poder no se da ni se quita, el poder, también el poder de contar, se toma, desde aquí y desde ya.